Algunas investigaciones describen los primeros mil días de vida de un bebé como los más importantes en el desarrollo cerebral de un ser humano. En el período que va desde el nacimiento hasta casi los tres años de edad es cuando el cerebro más aprende sobre el mundo que lo rodea, además de funciones importantes como caminar, hablar, comprender cuándo lo están llamando y una multitud de cosas que se descubren diariamente. Dado que durante esta etapa los pequeños aún no saben distinguir estímulos sensitivos, sensoriales y motores, cuanto mayor sea la carga de esta información, mejor.
Por lo general, uno de los sentidos más explorados de los bebés es el tacto, ya que los estímulos en la piel aumentan la percepción corporal, además de ayudar al desarrollo físico, motor, neurológico e intelectual, dado que el tacto promueve sensaciones en el tono muscular del bebé. Tocándose a sí mismos, a los objetos y dejándose tocar, los niños van identificándose, de a poco, como individuos. La estimulación sensorial también aumenta la capacidad de expresión y ayuda en la coordinación motora de los pequeños. La piel es el órgano más extenso de nuestro cuerpo y la estimulación táctil es la más importante para nuestra supervivencia.
¿Cómo introducir diferentes texturas en la rutina del bebé? Para los bebés, explorar nuevos objetos también es parte del autoconocimiento, ya que teniendo muchas opciones ellos pueden elegir las que quieren tocar, morder, lamer, cargar y sentir. La estimulación sensorial puede comenzar a las pocas semanas de vida, pero los juegos donde los niños pueden descubrir nuevas texturas por sí mismos se recomiendan después del sexto mes de vida, cuando, generalmente, ya pueden sentarse solitos. Una opción interesante es crear algo así como una "canasta de tesoros" con varios objetos diferentes entre sí: limas de uñas, esponjas, cintas, plumas, cuerdas, algodón, restos de tela, plástico de burbujas, papel aluminio, papel celofán ... ¡hay muchas opciones! Lo ideal es que estos objetos puedan dejarse en el piso, cerca del bebé, para que él tenga un amplio movimiento y pueda manipular, apretar, saborear, jugar y agarrar a su propio tiempo, sin presiones. Ese juego debe ir acompañado de la supervisión de un adulto para evitar que el niño se lleve algo a la boca.
Cuando tu bebé ya camine, estimula el contacto del pie con diferentes superficies, como arena y césped. Es posible, inclusive, ofrecerle la comodidad de que tenga una caja propia, con arena, dentro de casa, con algunos juguetes; para espacios más pequeños puede ser suficiente una pequeña piscina inflable. En días calurosos, incentívalo con baños de espuma, que dan a los pequeños una nueva sensación, ¡pero cuidado con los productos que pueden irritar sus ojitos! Intenta hacer gelatina en cuencos profundos y déjala a disposición de los bebés por un cierto tiempo, ya que el movimiento de pinza es muy utilizado, se practica con este tipo de actividades, y diversas tareas que vendrán más adelante en la rutina del niño -como la capacidad de escribir y recortar- dependen directamente de este desarrollo. Este mismo consejo es válido para otros alimentos que se pueden usar sin tanta preocupación respecto a si el bebé se los lleva a la boca, como papilla de maicena, pasta hervida y frutas picadas, que, además, el niño puede elegir a su gusto.
¡Lo que no falta son opciones para incentivar a los más pequeños! Actualmente, hay varios juguetes en el mercado que ofrecen estímulos sensoriales a los niños, pero aunque son algo en lo que pensar, lo mejor sigue siendo el juego en casa, con los padres, que se le presenta al bebé en la rutina, con los objetos familiares. Por eso, piensa en una forma que te agrade tanto a ti como a tu hijo. ¡Serán descubrimientos para toda la vida!
*Todas las informaciones contenidas en este post fueron basadas en informes periódicos, revistas y/o sitios de noticias.
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