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06/05/2019

Firme y gentil: cómo funciona la disciplina afectiva

A veces puede parecer difícil de entender y querer tratar de otra manera, pero nuestros hijos, desde el nacimiento, son tan humanos como nosotros. Y por más que el estrés diario y la desobediencia, en algunos momentos inoportunos, nos hagan perder la cabeza con una reacción enérgica, es preciso calma para lidiar con la situación. Fue con ese propósito que surgió la disciplina positiva, un término medio entre la permisividad exagerada y el autoritarismo extremo, ambos bastante perjudiciales para el desarrollo del niño.

A principios de la década de 1980, Jane Nelsen publicaba en su libro "Disciplina Positiva" el método que aplicó con sus propios hijos, basándose en las ideas de Adler y Dreikurs. Uniendo estudio a su propia experiencia, Nelsen cree que los niños se comportan mal cuando se sienten desestimulados y frustrados en su necesidad de recibir amor y atención. Y es por eso que una disciplina que se equilibra entre firmeza y delicadeza es la base para que el niño desarrolle responsabilidad, autocontrol, empatía y respeto.

 

Beneficios

Los niños necesitan sentirse conectados al medio social en que viven. Por eso, es necesario invitarlos a cooperar, 

escucharlos y tomarlos en serio, ya que tanto en la familia como en la escuela, para el niño, ser parte del grupo significa sentirse importante para el colectivo. Este modelo de educación está pensado para la vida a largo plazo, con el fin de crear confianza e independencia en un método más profundo de transformación.


El poder del hábito

El cirujano Maxwell Maltz, en 1960, realizó un estudio pionero sobre la teoría de los 21 días, donde relata que ese es el tiempo que el cerebro necesita para adaptarse a un cambio. Aunque a algunas personas les lleve un tiempo mayor, es posible después de ese período tener comportamientos automáticos, como en una especie de "reprogramación cerebral". Y son estos 21 días de disciplina que pueden ser suficientes para que un niño entienda y asimile nuevos estándares.


Desafío

La metodología de los 21 días puede ser aplicada para la disciplina positiva, incluso con niños que ya tienen un patrón de comportamiento establecido, con base en la educación recibida por los padres, sea agresiva o permisiva. Es necesario que los padres sean conscientes de sus actos y repitan diariamente, por al menos 21 días, las prácticas indicadas por ese método. Con un nuevo camino neural 

creado, a partir del 22º día se vuelve inconsciente esa forma de actuar y pensar, tanto para los padres, como para los niños.


Cómo empezar

La técnica de los 21 días equivale a llevar su sistema cerebral al gimnasio. ¿Y cómo empezar desde cero, de una vida sedentaria a una activa? es difícil, pero no imposible: mira a tu hijo a los ojos y estate atento a lo que él dice. Demuéstrale que también eres un humano pasible de errores, ya que padre y madre no necesitan ser vistos como héroes sin fallas. Ofrécele y pídele ayuda, en lugar de exigirle e imponerle. Y antes de cualquier decisión: ponte en el lugar del niño y ten empatía. Sólo así es posible establecer un respeto mutuo, en donde el niño tiene conciencia de su lugar en el mundo y de los derechos y deberes que tiene como pequeño ciudadano. No es fácil, pero valdrá la pena.

*Todas las informaciones contenidas en este post fueron basadas en informes periódicos, revistas y/o sitios de noticias.

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