Los abuelos pueden tener una gran influencia en la educación de los nietos. Eso, tanto para los niños que conviven con sus abuelos a diario -debido a la rutina laboral de sus padres-, como para aquellos que solo los visitan periódicamente. Esta relación es de ida y vuelta, con beneficios para ambos: mientras que los abuelos tienden a sentirse rejuvenecidos, redescubriendo un sentido de utilidad y sintiéndose más alegres en presencia de los niños, para los pequeños, los efectos positivos surgen de la convivencia con una generación totalmente diferente, además de aprender a valorar a las personas mayores y mantener un sentido de pertenencia familiar. Generalmente, los abuelos tienen más tiempo que los padres para jugar, lo que resulta en una buena asociación para garantizar una educación afectiva y eficaz para los niños. Esto ayuda en el desarrollo emocional saludable y en la construcción de la autoestima y de la confianza en sí mismo.
La casa de los abuelos es acogedora Quien vive más tiene más historias que contar. Con los abuelos, por supuesto, ¡esto no podría ser diferente! Volver al pasado y contar momentos vividos rescata lindos recuerdos almacenados y, además, inspira a los niños a usar la imaginación, estimulando su curiosidad y espíritu aventurero. Sin mencionar que la memoria afectiva creada así, en este período, perdura toda la vida. Por eso es tan común que incluso cuando somos adultos recordemos con cariño esta época de la infancia.
El beneficio de la compañía de los abuelos está certificado, incluso, en investigaciones científicas: la Universidad de Oxford realizó un estudio con más de 1500 niños, demostrando que los abuelos desempeñan un papel vital en el bienestar de los pequeños. La investigación, diseñada por la profesora Ann Buchanan, del Departamento de Política e Intervención Social de esa institución, demostró que un alto nivel de participación de los abuelos también reduce las dificultades de adaptación, ya sea en nuevos ambientes o con nuevas personas.
Pero es necesario dialogar Es necesario romper el estereotipo de que "en casa de los abuelos se puede todo", porque tal permisividad puede amenazar la autoridad y la autonomía de los padres en la educación de los hijos. Mantener un diálogo saludable, estableciendo un punto medio entre las reglas impuestas por los padres y la libertad ofrecida por los abuelos es esencial para que los niños puedan discernir lo que pueden o no hacer. Al final, la base de una buena relación es el respeto mutuo.
Pasteles, tortas y dulces son sabrosos, pero con moderación. Fomentar una alimentación saludable es una forma más eficiente de demostrar afecto y contribuir positivamente a los hábitos alimenticios de los niños. También es necesario estar al tanto de las alergias de los nietos y de los medicamentos que toman, de forma continua o no. Estar en desacuerdo con las decisiones de los padres es común, pero ridiculizar, especialmente frente a otros, ¡es irrespetuoso y debe evitarse! Lo mejor es que todos se sienten juntos y compartan sus opiniones para llegar a un punto medio.
*Todas las informaciones contenidas en este post fueron basadas en informes periódicos, revistas y/o sitios de noticias.
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